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lunes, 21 de abril de 2014

Semana Santa en Zamora

Una vez en la vida tienes que venir a Zamora a vivir la Semana Santa, pero tienes que hacerlo con los cinco sentidos alerta, dicen que estéticamente es espectacular, pero eso no lo descubrirás hasta que la vivas.
La primera vez que viví mi primera Semana Santa zamorana era una preadolescente con la cara llena de granos, a esa edad y viniendo del norte, esas cosas no se disfrutan. Con el tiempo, y los amigos recientes, la Semana Santa empezó a ser divertida, risas al paso de los cofrades que te daban un cachete en la cara y carcajadas cuando alguna abuelita te mandaba callar.
Luego empezó la devoción y la posesión, "yo mi Semana Santa no me la pierdo" y más tarde el agobio y desapego, "cuanta gente, yo en Semana Santa necesito irme de aquí", y nos fuimos a Cádiz.
Ahora, con la cardelina en mi vida, quiero que conozca lo que hay en su ciudad, ella es zamorana así que debe conocer sus tradiciones para que con el tiempo, pase por las misma u otras fases que pase yo.










Zamora en Semana Santa huele a azúcar quemado y a incienso,  suena a Thalberg, a Mater Mea y a Saeta.
Zamora en Semana Santa tiene el tacto del terciopelo y de la estameña y sabe a sopas de ajo, a dos y pingada y a almendras garrapiñadas.
Zamora en Semana Santa entra por los ojos, cada procesión tiene su momento y su rincón especial. 
Una vez en la vida tienes que vivir la Semana Santa zamorana.

Eva.

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